viernes, 1 de noviembre de 2013

Juego, lenguaje y cognición

Este tipo de juegos se caracterizan por ser rutinas de interacción muy simples compuestas por una secuencia de acciones breve y muy estandarizada.

una vez que el niño ha construido la representación mental de la secuencia de acciones -es decir, el guión del juego- podrá anticipar lo que va a ocurrir. De esta forma, el pequeño comienza a regular algunas partes de la actividad: él mismo inicia el juego dándole el objeto al adulto y comienza a llevar a cabo algunas acciones.  


En el marco de estos formatos lúdicos controlados por un adulto o un niño mayor, los niños pequeños pueden prestar atención a distintos aspectos del lenguaje: los turnos de habla en los que se alterna la conversación, la entonación con la que se realiza una pregunta y las primeras palabras. Es por ello que estos primeros juegos constituyen una situación ideal para la adquisición de la competencia lingüística, discursiva y comunicativa de los pequeños.

A través de la representación de conocimientos y de experiencias de modo dramático -esto es, a través de la realización de una acción o secuencia de acciones intencionales- el niño actualiza un evento que ha vivido.
De este modo, el niño deja en suspenso a la situación del “mundo real” que está viviendo y establece una realidad alternativa posible, en la construcción de un “como si”. El “hacer como si” temprano está basado en la actividad con objetos que, usualmente, involucra “guiones” o representaciones de conocimiento muy familiares.
En las situaciones de juego, los niños ponen de manifiesto las diferencias en los conocimientos y en las formas de hablar que han aprendido en su medio familiar.
en el contexto de las actividades cotidianas han aprendido a emplear de modo activo vocabulario clave para acciones, tales como trabajar y escribir, que están relacionadas con las metas que su comunidad plantea para el desarrollo. En el “contexto cognitivo” que proporcionan los guiones de situaciones familiares, los niños pueden emplear tempranamente un vocabulario preciso y formas lingüísticas complejas.
Los guiones, es decir, las representaciones mentales de eventos, son la base para estos juegos porque es el evento -la secuencia de acción de barrer la basura o de montar y galopar- el que define el rol que está jugando el objeto.
  • Mediante el lenguaje los niños definen los roles de los participantes del juego - Lucía: Yo era la mamá del bebé- y transforman un objeto en otro para llevar a cabo las acciones involucradas en la situación que están representando. De este modo, no es necesario contar con juguetes réplica de los objetos requeridos en esa situación. En la situación presentada, Lucía transformó el balde en una cacerola; los bloques, en papa y batata y su cama, en una cocina.
  • En la trama del juego se recupera tanto la secuencia temporal como las relaciones causales incluidas en el guión -Ya puse el agua, ahora pongo la papa y la batata en la cacerola y prendo el fuego. Después vamos a comer- y también el plano de los sentimientos, -me voy a enojar- y de las sensaciones -tengo hambre-. Es el guión que Lucía ha construido el que guía la representación. El juego se despliega en tanto la niña recurre a un uso imaginativo del lenguaje.
  • Durante el juego los niños ponen de manifiesto su conocimiento de la trama del cuento, de la secuencia temporal de los eventos: primero se derriba una casa y luego la otra. Asimismo, pueden dar cuenta de las características emocionales de los personajes -el lobo es malo- y de las propiedades de los objetos que son condición de posibilidad para los eventos que se desarrollan en el cuento -la casa de maderitas se puede derribar; en cambio, la de ladrillos, no-. Joaquín, de 4 años, se mueve más fácilmente que su hermana mayor entre “el mundo de la historia” y “el mundo real”, variando las características internas de los personajes -el lobo es malo en el cuento, pero en una interrupción momentánea para arreglar el escenario puede ser bueno- y asumiendo distintos roles, el de lobo y el de chanchito.